jueves, noviembre 16, 2006

La Confrontación Izquierda y Derecha en México: La Batalla por la Hegemonía


Consideraciones sobre la campaña presidencial, la resistencia civil y la Convención Nacional Democrática.

José Manuel Oropeza Morales.

1. Los términos de la disputa.

La crisis política que hoy vivimos producto del fraude electoral, expresa una nueva etapa de la confrontación estratégica entre el bloque dominante de la derecha y un bloque alternativo articulado por la izquierda. Ante la victoria del PAN en el año 2000, y la alternancia después de 70 años de dominación priísta, los términos de la disputa por la hegemonía en la nación han cambiado.

La hegemonía significa fundamentalmente la dirección política y cultural de la clase dominante hacia la comunidad política que conforma el bloque histórico. Esta dirección implica legitimidad y consenso, se diferencia de la dominación en la cual la clase dominante ejerce el poder básicamente a través de la coerción y la violencia del aparato estatal.

Gramsci nos dice que debemos distinguir: “entre la sociedad civil tal como la entiende Hegel y en el sentido en que la expresión se utiliza a menudo en estas notas (o sea, en el sentido de hegemonía política y cultural de un grupo social sobre la entera sociedad, como contenido ético del Estado)”
[1]

En esta perspectiva ubicamos una perspectiva del Estado en la cual, como nos dice este autor: “intervienen elementos que hay que reconducir a la noción de sociedad civil (en el sentido, pudiera decirse de que Estado =sociedad política + sociedad civil, o sea, hegemonía acorazada con coacción”
[2]

La derecha neoliberal que hoy gobierna el país ha dejado de ser capaz de atender las reivindicaciones de las clases subalternas, ha dejado de cumplir su función económica e ideológica. Ha dejado de ser capaz de asumir la representación de la mayoría de la sociedad, y ha llevado a las instituciones a un profundo desgaste. La crisis de hegemonía es, entonces, una crisis del Estado y de las formas de organización política, ideológica y cultural de la clase dominante.
[3]

Para Gramsci la crisis de hegemonía de la clase dirigente se produce ya sea porque la clase dirigente:” fracasó en alguna empresa política para la cual demandó o impuso por la fuerza el consenso de las grandes masas (la guerra por ejemplo) o bien porque vastas masas (especialmente de campesinos y de pequeño burgueses intelectuales) pasaron de golpe de la pasividad política a una cierta actividad y plantearon reivindicaciones que en caótico conjunto constituyen una revolución”
[4]

La campaña electoral, el fraude y el surgimiento de la Resistencia Civil que tiene como bases el desconocimiento al nuevo gobierno y sus instituciones nos hablan de la emergencia de un nuevo sistema hegemónico en el país y, por tanto, del posible surgimiento de un nuevo bloque histórico
[5] articulado en torno al liderazgo de AMLO, la CND y el objetivo de la Cuarta República.

El agotamiento de la dominación priísta, llevó a la derecha a cambiar de administrador del proyecto neoliberal, y a tratar de construir un nuevo consenso, a través del gobierno de Vicente Fox. La derecha se ha ido rearticulando en el terreno de lo político durante estos 6 años, para garantizar la continuidad de su modelo económico, esto ha llevado incluso a rupturas al interior del PRI, tanto de un sector que se ha alineado plenamente al gobierno panista, tal es el caso de Elba Esther Gordillo, y de otros sectores que han buscado un acercamiento con el PRD y AMLO.

Esta rearticulación política los ha llevado a tratar de descabezar el principal liderazgo de la izquierda representando por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el cual desde el Gobierno del Distrito Federal logró consolidar una proyección personal, y un proyecto de gobierno alternativo al neoliberal.

Después de las elecciones intermedias del 2003, la ofensiva de la derecha se agudizó, en esta perspectiva debemos entender hechos como el del Paraje San Juan, los Video escándalos, el desafuero de AMLO, y el fraude cometido en las elecciones federales del 2006.

Los bloques en disputa por la hegemonía en el país representan y articulan un mosaico de intereses y visiones sociales. La derecha neoliberal, conservadora, ligada a los intereses de las grandes empresas, de los especuladores financieros, de los dos grandes monopolios de los medios de comunicación, y a los EUA. La derecha representa básicamente la posición política-ideológica de la burguesía en el poder. La derecha significa en las actuales circunstancias la profundización de la desigualdad socia a través del modelo neoliberal, la defensa de una democracia electoral limitada que no cuestiona las relaciones de dominación vigentes, el impulso a un sistema de pensamiento único que habla del fin de la historia, de la globalización y el mercado como dogmas. Es en muchos casos, una ultraderecha que promueve el racismo, la homofobia y un pensamiento católico reaccionario.

La experiencia del Gobierno del Distrito Federal es la que se proyecta en la propuesta política de AMLO. En los 20 postulados del Proyecto Alternativo de Nación
[6] y en los 50 compromisos de campaña, es la idea de un Estado Democrático de Derecho con Responsabilidad Social. La izquierda promueve un proyecto alternativo al neoliberalismo que busca articular los intereses populares, y en general de todos aquellos sectores que se ubican contrarios a la continuidad del proyecto neoliberal y al autoritarismo que ha caracterizado al gobierno panista. El objetivo estratégico general del movimiento en esta etapa es construir la Cuarta República en nuestro país. Una república democrática, popular, soberana y latinoamericanista.

México vive una democracia liberal, una democracia tutelada y controlada por la derecha neoliberal. En esta democracia los intereses del capital y del dinero juegan y se mueven con toda libertad y los intereses conservadores de los grupos de derecha no se ponen en riesgo. La campaña ha constatado una vez más que en la democracia moderna los dueños del capital se tratan de imponer e inducir a los ciudadanos con costosas e intensas campañas en los medios masivos de comunicación electrónicos. La derecha mexicana no fue la excepción. En esta lógica vimos las calumnias sobre la relación Hugo Chávez- AMLO, los anuncios millonarios del Consejo Coordinador Empresarial generando un clima de miedo en contra de López Obrador, y el papel de la mayoría de los medios tratando de legitimar el fraude y la elección de Estado.


2. La campaña presidencial.

A principios de enero de 2006 (inicio formal de las campañas presidenciales) AMLO mantenía una amplia ventaja sobre sus dos principales contendientes, Felipe Calderón Hinojosa del PAN y Roberto Madrazo del PRI. La estrategia era enviar el mensaje de que la disputa era entre el Presidente saliente y el próximo Presidente de México.

A partir de marzo del 2006 el Partido Acción Nacional y su candidato, reajustan la estrategia político-electoral-mediática, a través de cambios drásticos en el comité de campaña de Felipe Calderón Hinojosa, y el entonces distanciamiento del candidato y su partido quedó rebasado, incorporándose al comité de campaña personajes ligados a El Yunque, así como de ex funcionarios del gobierno federal. Se da el alineamiento de los poderes fácticos entorno a la candidatura de Felipe Calderón para frenar el ascenso y posibilidad de triunfo del candidato de la izquierda, ya que previeron una seria amenaza para sus intereses si ganaba AMLO la presidencia de la República.

Lo anterior prefiguraba una elección de Estado, en donde todos los poderes formales y reales trabajarían en una sola estrategia: garantizar el triunfo del candidato de la derecha. La “telecracia” hizo patente su poder de manipulación e influencia sobre amplios sectores de la sociedad para orientar el voto hacia Acción Nacional, lo anterior con el beneplácito y la complicidad del Instituto Federal Electoral y el TEPJF.

A lo anterior se sumaron frentes internos en la campaña de AMLO. El distanciamiento del ala cardenista en la campaña de AMLO se hizo más evidente en junio de 2006, cuando Cárdenas aceptó la invitación que Fox le hizo para encabezar los festejos del bicentenario de la independencia. Asimismo, el Movimiento Zapatista en la pasada elección constitucional nacional se equivocó en su análisis político, al creer que Andrés Manuel López Obrador era un enemigo político al que había no sólo que criticar sino también combatir.

La reorientación que Felipe Calderón, Acción Nacional, El Yunque, los poderes fácticos y el gobierno federal dan a su estrategia se comienza a ver la campaña sucia en contra de AMLO, la cual consistió en: a) capitalizar al máximo los errores del candidato de la izquierda, b) crearle una imagen mediática negativa y c) el dispendio de recursos públicos por parte de la Presidencia de la República, que en tan solo un mes gastó 180 millones de pesos para promover a FCH.

López Obrador y su comité de campaña reorientaron su estrategia tardíamente en un afán de contrarrestar la campaña negativa en su contra, donde se pudo observar una mayor presencia en los medios de comunicación a través de propaganda pagada, y en los hechos reforzó a su equipo de campaña, con la inclusión de ex funcionarios del GDF.

La elección se polarizó entre la candidatura de AMLO y la de la opción de derecha que encabezó el PAN y Felipe Calderón. El PAN tuvo que asumir el costo del desgaste y el desencanto con el gobierno foxista y los escándalos de la familia presidencial. La candidatura de Felipe Calderón, se logró imponer, tanto a las intenciones de Martha Sahagún como al candidato oficial del Presidente, esto es, Santiago Creel. Con Calderón se consolida la ultraderecha del yunque en el PAN, con su visión autoritaria y su fundamentalismo de derecha.

La derecha amplió su espectro de alianzas a costa de fracturar y dividir al PRI, que desde el año 2000 dejo de ser una opción funcional para ellos a nivel nacional. Se concretó la alianza con Elba Esther Gordillo, que tuvo una implicación muy importante en la designación del Consejo General del IFE, entre otros asuntos.

El PRI presentó las peores condiciones en el caso de los tres grandes partidos. Roberto Madrazo logró imponer su candidatura al costo de la fractura interna con el grupo de Elba Esther Gordillo. Madrazo mismo arrastró una grave imagen de desprestigio, y el PRI se vio envuelto en los escándalos de corrupción como los de Arturo Montiel y el “gober precioso” en Puebla.

El PRI es el gran derrotado de la contienda al irse al tercer lugar y no ganar una solo entidad en la elección presidencial. El proceso de divisiones es previsible que no termine, aunque un sector importante se mantendrá en el partido, alineado a las posiciones de la derecha, otra parte consolidará su relación y articulación con la derecha panista, en especial sus elites, y otros sectores seguramente buscarán un mayor acercamiento con el PRD y el polo de izquierda, de manera particular sus grupos populares del campo y la ciudad.


3. El fraude electoral.

Andrés Manuel López Obrador logró la mayoría y la Presidencia de la República el 2 de julio del 2006; sin embargo el 2 de julio vivimos un fraude, una elección de Estado a favor del candidato de la derecha: Felipe Calderón. El fraude se presentó en la inequidad de la contienda, en el papel parcial de los medios masivos de comunicación, en la intervención abierta del Presidente y del Gobierno Federal a favor del PAN, en la guerra sucia en contra de AMLO, y la actuación parcial y facciosa del IFE, entre otros elementos que se pueden resaltar. El IFE, el PAN, la Presidencia, los empresarios, los medios de comunicación, la iglesia, en sí, todo el bloque de la derecha operó y han puesto en riesgo nuestra incipiente democracia, con el afán de imponer a su candidato y evitar perder sus privilegios.

El fraude ha desatado un movimiento nacional de Resistencia Civil. La contienda de acuerdo a los datos oficiales fue sumamente cerrada, 0.56% de diferencia entre AMLO y FECAL, con el 35% de la votación, que representan 15 millones de votos, para ambos candidatos. López Obrador ganó 16 de las 32 entidades del país, y 3 de las 5 circunscripciones electorales, de acuerdo a los datos del IFE, con la cual tenemos hoy una polarización política y electoral muy marcada en la nación.

Después de la jornada electoral del 2 de julio, y ante la evidencia y gravedad de las pruebas que día con día confirman el fraude electoral cometido en contra del candidato de la Coalición por el Bien de Todos (CPBT). AMLO convocó a los ciudadanos, organizaciones sociales y partidos a desplegar un gran movimiento nacional de resistencia civil, cuya demanda central en una primera etapa fue el “voto por voto” “casilla por casilla”, esto es, el recuento total de la elección que permitiera darle certeza y legalidad al proceso, además de estabilidad y gobernabilidad al país.

La CPBT denunció que alrededor de 72 mil 197 actas de 130 mil presentaban inconsistencias que nos hablan no de errores humanos, sino de una acción premeditada para favorecer a un candidato. El PREP con sus inconsistencias y omisiones, además de los cómputos distritales nos ilustran el llamado fraude cibernético, a lo que se suma la negativa del IFE a abrir los paquetes electorales, hasta que el TEPJF lo ordenó, aunque sea de manera parcial con el 9% de las casillas, pero que al final permitió evidenciar la magnitud de los errores en las actas.

AMLO ofreció que aceptaría los resultados del recuento total de la elección, independientemente del resultado, sin embargo el PAN y Calderón rechazaron la oferta y la posibilidad de limpiar y darle certeza a la elección, y por tanto, legalidad y legitimidad al próximo gobierno federal.

El recuento parcial sacó a la luz que miles de votos a favor de AMLO no fueron contados el 2 de julio, en un marco donde la diferencia de votos entre AMLO y FECAL es de un promedio de 1.8 votos por casilla (131 mil).

El TEPJF tuvo la última palabra en el terreno legal. Resolvió darle la razón a la coalición en sus razonamientos y argumentos sobre la nulidad general de la elección, que implicó valorar el impacto de la inequidad en los medios de comunicación, la guerra sucia, la intervención abierta del gobierno federal a favor del candidato panista, el papel parcial y faccioso del IFE, ante una elección sumamente cerrada en la que la diferencia es del 0.56%; sin embargo para ellos nada fue determinante para el resultado final de la elección, aprobando una resolución por consigna de tipo político que nada tiene que ver con los principios de legalidad, certeza, objetividad, imparcialidad que establece la Constitución de la República.

En la resolución final del TEPJF se impusieron sobre todo factores de poder, en especial los medios de comunicación y la propia Presidencia de la República que presionaron para garantizar y avalar la imposición de la derecha.


4. La resistencia civil.

Ante el escenario de la imposición la derecha panista tendrá que buscar la “legitimación en los hechos” al estilo salinista. Las declaraciones de FECAL de hacer un rebase por la izquierda van en ese sentido. Vamos a ver la reedición del PRONASOL, las acciones mediáticas espectaculares, los intentos de cooptación, y la represión selectiva a diversos liderazgos que tiendan a la radicalidad.

La imposición de Calderón pondrá a la orden del día, viejos debates de gran relevancia en el marco de la estrategia de desobediencia civil y gobierno paralelo que será impulsado por el movimiento, tales como la reforma fiscal para generalizar el cobro del IVA; la reforma energética y la apertura de la industria eléctrica y petrolera a la inversión extranjera, y la reforma laboral que ya han pactado el gobierno federal y los empresarios.

La imposición de FECAL por parte de la derecha represente una ruptura del orden legal y constitucional, ellos son los que violentan la ley, la soberanía popular, al imponer de forma fraudulenta a un usurpador que no ganó realmente las elecciones.

En la Primera Asamblea Informativa que se llevó a cabo el sábado 8 de julio y ante medio millón de asistentes que colmaron la Plaza de la Constitución, Andrés Manuel López Obrador, reiteraba que impugnaría los resultados de la elección ante el TEPJF, llamó al presidente Fox “traidor a la democracia”, a Felipe Calderón "pelele" y al IFE "ariete del partido de la derecha"; y por primera vez consideró que se había realizado un "fraude electoral.

El domingo 16 de julio se llevó a cabo una multitudinaria marcha del Museo Nacional de Antropología e Historia al Zócalo capitalino (más de un millón de ciudadanos) y que culminó con la Segunda Asamblea Informativa en la cual se convoca a la resistencia civil.


El domingo 30 de julio se llevo a cabo la más grande manifestación en la historia de México, más de 2 millones de ciudadanos marcharon, de nueva cuenta, desde el Museo Nacional de Antropología e Historia hacia el Zócalo. En lo que fue la Tercera Asamblea Informativa Andrés Manuel López Obrador informó que se instalaría en el Zócalo capitalino un campamento permanente, que él mismo encabezaría, y 16 más a lo largo de casi 13 kilómetros de la avenida Paseo de la Reforma.

En esta etapa se busca que el mega plantón sea no sólo un instrumento de resistencia civil pacífica, sino también, un contrapeso al cerco informativo que generó en contra; se mantendría un espacio de interlocución con los miles de simpatizantes que se daban cita todos los días a las asambleas informativas, y a la par se mantenía una ventana con los medios nacionales e internacionales, que daban testimonio del acontecer de la misma.

El 1 de septiembre el movimiento de Resistencia Civil logró una gran victoria política y simbólica, que ayudó a levantar la moral del movimiento. A pesar de la militarización del Congreso de la Unión, y los acuerdos del PRI y el PAN para excluir al PRD de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, se logró evitar por parte de los legisladores de la coalición, con la toma de la tribuna, que Fox presentará su último informe de gobierno y se dirigiera a la nación desde la sede del Congreso. Asimismo se acordó no marchar, en el contexto de la militarización del Palacio Legislativo de San Lázaro y evitar así las trampas de la violencia y la provocación que montó el Gobierno Federal.

Durante los días posteriores a la resolución del TEPJF de validar la elección y anteriores al Grito de Independencia, se vivió una gran polémica entorno a sí, en primer lugar, el Presidente Fox realizaba el Grito en la Plaza de la Constitución que permanecía en poder del movimiento y, en segundo lugar, si se realizaría el tradicional desfile militar, lo cual implicaba necesariamente el levantamiento del mega plantón.

El 15 de septiembre, en un hecho sin precedente en la historia reciente de México, el jefe de Gobierno, Alejandro Encinas, y no el presidente en turno, llevó a cabo la ceremonia del Grito de Independencia en un Zócalo repleto de simpatizantes de AMLO, quienes protestaron la presencia del secretario de Gobernación, Carlos Abascal, y no cesaron en expresarles, con consignas y rechiflas, el descontento por los resultados de la elección. La noche del 15 de septiembre fue una victoria contundente del movimiento de resistencia civil y el preámbulo para llevar a cabo la CND.

Ante la imposición y el fraude no se llama a la ruptura armada, ni a la resignación y el desencanto. Se llama a través de la Convención Nacional Democrática (CND) de construir una salida pacífica basada en la organización y movilización popular, en la disputa política e ideológica, en la resistencia y la desobediencia civil. La CND abrirá el paso para un cambio pacífico, pero de fondo de la nación.

La figura de la Convención ha jugado en otras etapas de nuestra historia, en especial, durante la Revolución Mexicana un papel relevante para tratar de construir una salida a situaciones de crisis y de derrumbe del viejo régimen. La Convención de Aguascalientes en octubre de 1914 aglutinó a las más variadas facciones revolucionarias: villistas, zapatistas, constitucionalistas para reorganizar el estado nacional en el marco de la derrota del usurpador y dictador Victoriano Huerta.

La Convención de Aguascalientes representó al final de cuentas la alternativa de las fuerzas populares y campesinas de la Revolución Mexicana, esto es, villistas y zapatistas para conformar un Proyecto Nacional Alternativo y una opción de poder a la continuidad del porfirismo, una vez que el bloque Constitucionalista encabezado por Venustiano Carranza decidió romper con ella, y continuar la lucha revolucionaria ahora entre Convencionismo y Constitucionalismo.

La CND representará la articulación de la gran mayoría de la izquierda mexicana en torno a un programa, el gobierno alternativo y el liderazgo de AMLO. La izquierda política, social y ciudadanos en general se conjuntarán a la propuesta en contra de la usurpación y el fraude, y en contra del neoliberalismo. Asimismo, se trata de construir una nueva legalidad y una nueva institucionalidad para el país, sustentados en el artículo 39 de nuestra Constitución política.


6. La resistencia civil en perspectiva.

A partir del fraude y la imposición se desconocen al usurpador, al próximo gobierno federal, sus acciones y sus leyes. Se elegirá un nuevo gobierno y un nuevo presidente legitimo derivado de la Convención para impulsar en torno a un programa alternativo un cambio de fondo tanto de las instituciones como del modelo económico y social imperante.

Desplegarse en las vías institucional y social con el objetivo de transformar al país a través de la convocatoria a un Congreso Constituyente para una Nueva República es parte de las definiciones estratégicas de la CND y el movimiento.

La Convención Nacional Democrática es el instrumento más amplio e incluyente del movimiento social emergente, esto es, de la Resistencia civil Pacífica que definirá su ruta política a partir de la representación directa de los pueblos de México, con el objetivo de expresar la legitimidad y representatividad del conjunto de fuerzas políticas democráticas y mayoritarias en el país para transformar las instituciones en un Congreso Constituyente.

El Frente Amplio Progresista se constituyó sobre la base de los partidos políticos que conformaron la Coalición Por el Bien de Todos (PRD, PT y Convergencia), y es el instrumento político- institucional del movimiento de resistencia civil. En todos los casos deberá respetar e implementar los acuerdos y línea política de la CND.

La CND representa la organización del poder popular desde abajo. Es el pueblo organizado que ejerce su soberanía.
[7] El Gobierno que emane de la Convención deberá impulsar iniciativas para la producción, la comercialización, el abasto y consumo, la educación, la salud, la cultura, etc. Se trata de articular la resistencia y desobediencia civil en contra del gobierno espurio, y acciones de gobierno propias en una misma estrategia. Se requiere mucha organización, mucha información para ganar conciencias y consenso, sumar alianzas. Es disputar la hegemonía en todos los terrenos.

La CND y el Gobierno Legítimo deberán impulsar de manera sistemática una política internacional muy activa para evitar el aislamiento, generar espacios de cobertura y solidaridad, y cuestionar la legitimidad y legalidad de FECAL. La CND y el Gobierno Legítimo deberán impulsar también una política de información y comunicación muy intensa, incluso pensar en la creación de radios, periódicos, revistas que permitan mejorar la comunicación con la población. Se requiere ganar la batalla ideológica, el consenso social, la legitimidad, y romper el cerco informativo de los monopolios de los medios de comunicación.

Hay que desatar conjuntamente el debate y la organización de la gente. Junto con la discusión de los temas de la Convención hay que impulsar las asambleas y conformar los Comités de Resistencia Civil a todo lo largo y ancho del país, la meta mínima es en los 2 500 municipios. Se trata de difundir los postulados del movimiento, de convencer al mayor número de ciudadanos y organizaciones que se sumen al movimiento, de consolidar la organización en toda la nación.

Los 5 ejes que ha propuesto AMLO serán las bases para la acción del Gobierno y el Presidente legítimo que emanen de la CND, así como de las acciones de resistencia y desobediencia civil, estos son:


1. El combate a la pobreza y la desigualdad. Columna vertebral de un proyecto de izquierda.
2. La defensa del patrimonio y los bienes nacionales, en especial PEMEX, CFE, CLFC, el IMSS, el ISSSTE, el sistema de educación público.
3. Garantizar el derecho a la información, ante el cerco informativo y el control del duopolio Televisa y TV Azteca.
4. Combatir la corrupción y la impunidad.
5. Rescatar y transformar las instituciones y nuestro marco legal, a partir de la convocatoria a un nuevo Congreso Constituyente.


La forma es fondo, por eso es muy importante y simbólico el evento masivo del 16 de septiembre En éste se formalizó la conformación del Gobierno de la Convención y la elección de AMLO como Presidente de la República en Resistencia. Estos hechos simbolizan el desconocimiento de FECAL como Presidente y del gobierno federal que él integrará. El 20 de noviembre, se ha propuesto se les tomará protesta al Presidente legítimo y al nuevo gobierno.

No es la primera vez que en nuestra historia existen también Presidentes paralelos, los más significativos Juárez y Félix Zuloaga, y después Miguel Miramón en la Guerra de Reforma; Juárez y el emperador Maximiliano en la intervención francesa. Carranza y Victoriano Huerta en la Revolución Mexicana. Incluso José Vasconcelos se proclamó Presidente a través del Plan de Guaymas ante la imposición de Pascual Ortiz Rubio, el pelele de Calles, ante el fraude cometido en las elecciones de 1929, por sólo mencionar algunas referencias.

Se trata de llevar a fondo la crisis para construir una salida real, de fondo y de mediano y largo plazo. Pero en el marco de un movimiento popular y ciudadano pacífico de resistencia civil.

La renuncia de FECAL al cargo, una vez que el TEPJF ha consumado la imposición puede ser una posible salida al conflicto. Su renuncia al cargo, implicaría nombrar un Presidente interino de consenso, elegir un nuevo Consejo General del IFE, reformar la legislación electoral para ir a una elección extraordinaria en condiciones reales de legalidad, equidad, imparcialidad, certeza que garanticen legalidad y legitimidad al ganador. Si FECAL no renuncia, se agudizará la crisis. Habrá una lucha de poderes, de proyectos de mediano y largo plazo ante la cual hay que enfatizar el carácter pacífico del movimiento, y evitar las provocaciones que estarán al orden del día.

El 2006 ha logrado decantar cada vez con mayor claridad la disputa de proyectos y la lucha estratégica entre izquierda y derecha por la hegemonía de la nación. Esta es una batalla por el consenso, por la conducción y la dirección política y cultural del país, por la confrontación de intereses y prioridades en el desarrollo económico y social. Es una batalla que tiene que darse en todos los ámbitos: en los órganos legislativos, en los medios de comunicación, en los espacios culturales y educativos, en las organizaciones sociales y gremiales, en el terreno de la movilización social y en la disputa partidaria.

De Brasil a México y de Venezuela a Bolivia, el escenario latinoamericano atraviesa una creciente polarización entre izquierda y derecha, que se manifiesta en los procesos electorales como en la vida política cotidiana. Para los de arriba, lo grave no es sólo lo que está sucediendo sino lo que puede venir, como se sabe, el control político es clave para asegurar el acceso a las materias primas y a cualquier recurso natural, por ello el ataque frontal a los gobiernos de izquierda. El problema de fondo para el imperio, es que la oleada de gobiernos progresistas y de izquierda coincide con el ascenso de la movilización social que está fuera de su control, “los de abajo se han vuelto ingobernables”.
La izquierda latinoamericana enfrenta diversos retos en el actual momento histórico, entre éstos podemos resaltar los siguientes: hacer un frente común de defensa de los logros de los gobiernos progresistas y de izquierda como de los movimientos sociales; compartir experiencias de de gobierno; fomentar y apoyar la organización social; impulsar políticas públicas de alto contenido e impacto social que disminuyan la desigualdad; fortalecer los tratados económicos regionales con una perspectiva de apoyo comercial como lo es el MERCOSUR y hacer frente a la estrategia de control impulsada por los EUA a través del ALCA; fortalecer y crear organismos internacionales de encuentro de las izquierdas como el Foro de Sao Paulo, etc.; erradicar la corrupción de sus gobiernos ( ha sido un punto débil de los gobiernos de izquierda) ; mediatizar a los mediatizadores medios de comunicación masiva, y lo más importante, estar cerca de las causas de los pobres.
El reto para la izquierda es sumar a todos aquellos que se oponen al neoliberalismo y al autoritarismo de la derecha, de manera amplia, sin sectarismos, tal como lo es ahora el movimiento de resistencia civil, que va mucho más allá de los partidos políticos y sus liderazgos.

Cuando nos referimos a la izquierda en México, no hablamos de un bloque de izquierda homogéneo y articulado sino por el contrario; nos referimos a muchas izquierdas que expresan y poseen distintas identidades, maneras de hacer política y organizarse, formas de llegar acuerdos y procedimientos políticos, como movilizaciones y estrategias; pero también a diversas formas de interpretación y entendimiento de la realidad.

Tenemos expresiones de movimientos de izquierda radical, como el caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que ha reorientado su estrategia hacia la vía pacífica y la movilización popular, el EPR y diversos grupos armados. Hemos observado también importantes procesos de organización y resistencia popular como el caso del movimiento de San Salvador Atenco y más recientemente la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca, que representan una forma novedosa de organización y creación de poder popular para enfrentar las embestidas del neoliberalismo, los caciquismos regionales y la política represiva de la derecha y, obviamente, el PRD que es la expresión de la izquierda política e institucional más importante en la historia nacional, que representa hoy la segunda fuerza electoral después de la elección del 2 de julio.

Hemos visto diversos hechos represivos de la derecha en contra de movimientos de izquierda en el país, como es el caso de lo ocurrido con el movimiento Altermundista en Guadalajara, los mineros en Lázaro Cárdenas, el movimiento en San Salvador Atenco, y más recientemente en Oaxaca junto con la explosión de bombas en el Distrito Federal. Con estos hechos la derecha manda el mensaje de que es capaz de la acción violenta contra toda forma de organización social, y además de que esta acción será implacable y sin margen de negociación alguna. La propia derecha parece construir y justificar una política de represión y endurecimiento ante su falta de legitimidad para enfrentar las reivindicaciones populares.

En este marco, la unidad de las izquierdas se vuelve un objetivo estratégico. Requerimos una articulación real entre el gran espectro de los movimientos sociales, las formas novedosas de organización y resistencia popular y la izquierda política partidaria. Esto exige la definición de un programa mínimo, la coordinación de iniciativas y la solidaridad plena a todas las formas de lucha legítima de la gente.

En el escenario de la disputa estratégica en contra de la derecha y su gobierno ilegítimo es necesario disputar en serio la hegemonía a la concepción neoliberal y excluyente de la derecha y consolidar el polo progresista de izquierda en el país. En esta lógica es necesario prepararse para lo que serán, sin duda, grandes jornadas de lucha que habrá de impulsar AMLO y la CND como son la defensa del sector energético del país; la oposición al cobro del IVA en medicinas y alimentos; la defensa del campo mexicano en 2008 por la liberación de la importación de maíz y fríjol desde EUA y Canadá, producto del TLC; la batalla por la reducción de las tarifas eléctricas y del gas, la batalla en contra de una reforma laboral reaccionaria.

La intención es abrir una nueva etapa en la vida pública de la nación, esto es, de construir un poder desde abajo y una nueva hegemonía a favor del bloque alternativo de la izquierda. Lo que es claro es que las páginas recientes de la historia de nuestro país están en el curso de escribirse.

[1] ANTONIO GRAMSCI, Antología, Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán, México,
Siglo XXI, 11ª edición, 1988, p. 290.
[2] Ibidem, p. 291.
[3] Vd. ALDO ANDRES CASAS, Crisis y lucha política en Gramsci. Una lectura desde el sur en Revista Herramienta, Buenos Aires, Noviembre de 2003, p. 5.
[4] Vd. HUGUES PORTELLI, Gramsci y el bloque histórico, 21ª edición, México, Siglo XXI, 2000, p. 123.
[5] Ibidem, p. 9. Portelli dice lo siguiente sobre el Bloque Histórico: “ Si consideramos un bloque histórico, es decir, una situación histórica global, podemos distinguir, por una parte, una estructura social –las clases- que depende directamente de las relaciones de las fuerzas productivas y, por la otra, una superestructura ideológica y política. La vinculación orgánica entre estos dos elementos la efectúan ciertos grupos sociales cuya función es operar no en el nivel económico sino en el superestructural: los intelectuales.”
[6] Vd. ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR, Un Proyecto Alternativo de Nación, México, Grijalbo, 2004, 162 p.
[7] Con relación a este tema vale la pena citar a Enrique Dussel, quien nos dice en su más reciente texto: “Definiremos entonces potentia al poder que tiene la comunidad como una facultad o capacidad que le es inherente a un pueblo en tanto última instancia de la soberanía, de la autoridad, de la gobernabilidad, de lo político” y más adelante nos refiere también: “La necesaria institucionalización del poder de la comunidad, del pueblo, constituye lo que denominaremos la potestas”. ENRIQUE DUSSEL, 20 Tesis de Política, México, Siglo XXI, 2006, pp. 27, 30.

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